Romántico y oscuro, sin resultar tenebroso. Fluído y decadente, la lujosa nueva propuesta de Frida Giannini se recreó en las sombras y las criaturas de la noche apelando a un “nuevo gótico”, sensual y femenino, con reminiscencias 70´s . La ausencia de luz llegó hasta tal punto que los asistentes al desfile les costaba reconocer a unas mortecinas Natasha Poly y Anja Rubik –caracterizadas como si fuesen ninfas de un bosque encantado, diosas prerrafaelitas o mujeres vampiro condenadas al fuego eterno–. El dramatismo se palpaba en el aire y ellas, con sus largas melenas rubias recogidas por trenzas y las cejas decoloradas , hacían brillar unos vaporosos vestidos semitransparentes con dobles capas de tul arrugado. Rostros pálidos, miradas penetrantes, labios cereza y una provocativa semidesnudez que nos recuerda irremediablemente al Dracula (1992) de Francis Ford Coppola y a una Mina a punto de sucumbir a la tentación y la inmortalidad. Incluso las hipnóticas gafas circunferencia evo